Ejecución de once personas en el cruce de la carretera de Motril-Gualchos con Lújar.
LOCALIZACIÓN.
Kilómetro 13,3 de la carretera Motril-Gualchos, cerca con el cruce de esta con la de Lújar. Coordenadas UTM 30S 463390E/4064965N.
36.730104°/ -3.408340°
FECHA/PERIODO: Primera Posguerra. Guerrilla.
DESCRIPCIÓN FÍSICA DEL LUGAR DE MEMORIA.
Paraje situado a unos 50 metros al sur del cruce de las carreteras comarcales GR5209 y GR5207 ( Lújar a Gualchos), T.M. de Gualchos.
LOCALIZACIÓN.
- Mapa topográfico nacional.
2. Fotografía aérea actual.
CONTEXTO HISTÓRICO.
Tras la finalización de la Guerra de España, diferentes grupos de personas abandonaron sus poblaciones de origen para integrarse en la lucha guerrillera. Inicialmente se trató de “huidos”, personas acosadas por la dictadura que decidieron adentrase en las sierras para huir de los maltratos, torturas o ejecuciones. Posteriormente, esto grupos fueron organizándose con el apoyo externo de organizaciones como el PCE que proporcionaron apoyo logístico, formación, armamento, recursos y mandos. En la zona de las sierras costeras de Málaga y Granada se conformó la Agrupación guerrillera Málaga-Granada que actuó en la zona sur de estas provincias. La lucha guerrillera se mantuvo hasta 1952, fecha en el que el acoso de la Guardia Civil, el reconocimiento del Régimen por los EEUU y el cambio de política del PCE determinó su desaparición
Durante el año 1947 se incrementó la represión en España. Se había iniciado la Guerra Fría y Franco consideraba cada vez más cercano el apoyo de Estados Unidos y del resto de Occidente. Como en otros lugares,el Franquismo, que nunca dejó de reprimir, se vio con las manos cada vez más libres frente a los sectores populares.
DESCRIPCIÓN DE LOS HECHOS QUE JUSTIFICAN SU INCLUSIÓN.
La noche del 31 de julio al 1 de agosto, once personas fueron fusiladas extrajudicialmente en el cruce de Lújar de la carretera de Motril a Gualchos.
Las personas que perdieron allí la vida fueron: Manuel Rubiño González, su esposa Juana Correa Moreno, Manuela Correa Rubiño, su hijo Pablo Martín Correa, Francisco Correa, Cecilio Moreno Castillo, Emilio García Sabio, Juan Moreno Estévez, su hijo Manuel Moreno Moreno, Manuel Castillo Gómez, y el guerrillero que había sido detenido en el cortijo de Paulo: Antonio Fernández Ayllón.
El nombre de este último no aparece en la lápida que los familiares de las víctimas colocaron en 1977 en el cementerio de Gualchos, pues ignoraban su nombre. En la misma podemos leer «un desconocido».
Uno de los Guardias Civiles que iba a participar en el fusilamiento enfermó o se hizo pasar por enfermo, por lo que no llegó a intervenir. También se tiene noticia de que hubo uno o varios paisanos de Motril que intervinieron en las muertes, en concreto en la del niño, Pablo Martín Correa, que se había escondido bajo una alcantarilla de la carretera.
Un vecino de Los Tablones llegó a contar que vio a los cadáveres con armas que les habían puesto los Guardias Civiles. La documentación oficial disfrazó, efectivamente, el fusilamiento como un encuentro. El teniente coronel Manuel González Ortiz, jefe de la Comandancia granadina, escribió que se encontraba en la sierra de Cázulas, dirigiendo los operativos que se llevaban a cabo con motivo de la agresión sufrida por la fuerza del destacamento interlímite de Venta López, cuando supo del nuevo suceso, por lo que se dirigió a Motril. Tomó la dirección del servicio que se estaba prestando con unidades a las órdenes del comandante Jesús Corbín Ondarza. Supieron que los vecinos de una de las fincas habían huido hacia la sierra, en compañía de varios desconocidos, provistos en su mayoría de armas largas, por lo que se dispusieron varias emboscadas para sorprenderlos. En una de ellas, dirigida por el capitán Pío Díaz Rodríguez, tuvo lugar el enfrentamiento. La Guardia Civil les dio el alto pero respondieron con nutrido fuego y, finalmente, todos resultaron abatidos, mientras que el instituto armado no tuvo bajas.
Los hechos se remontan al encuentro entre la Guerrilla antifranquista y la Guardia Civil en el Cortijo de Paulo (Tablones – Motril) en la noche del 30 al 31 de julio de 1947 y el posterior fusilamiento de 11 personas el 1 de Agosto de 1947 en la Carretera de Motril – Lujar, cruce de Gualchos, constituyen uno de los ejemplos más crueles de la represión de la Resistencia antifranquista durante el Régimen en la Costa de Granada.
En esos momentos actuaba en la comarca la Agrupación Guerrillera de Granada, cuyo jefe era Francisco Rodríguez Sevilla. En la noche del 30 de julio de 1947, en unos cortijos del anejo motrileño de Los Tablones, se encontraban alojados algunos componentes de esa organización, concretamente la 2ª Compañía, dirigidos por Francisco López Pérez «Polopero».
El detonante de los hechos estuvo en un robo de alimentos en un cortijo cercano, cometido por dos jóvenes llamados Francisco Correa «el Cucharón» o «el Cuchareta» y Cecilio Moreno Castillo. La hija del cortijero se tropezó en pleno centro de la ciudad de Motril con el primero de ellos al que reconoció y denunció. Detenido y apaleado en el cuartel de la Guardia Civil, denunció a su compañero de robo, y que sabía que un vecino del anejo motrileño de Los Tablones, llamado Pablo Martín «Paulo», tenía relación con la guerrilla.
Los Guardias decidieron dirigirse al cortijo donde vivía este hombre.
En ese momento, unos maquis se encontraban en la vivienda, pese a que eran conocedores de las detenciones de Motril y de la posibilidad de que los Guardias dirigieran su investigación hacia Los Tablones. En ese cortijo habían elaborado muchas postas para las escopetas, según contó Fermín González Rodríguez, que formaba parte del grupo.
La fuerza de la Guardia Civil interviniente iba dirigida por el Teniente Francisco Morales Rodríguez (29 años, natural de Molvízar, Comandante Jefe de la Línea de El Varadero). Junto a ellos iba uno de los detenidos.
Según relato de un Guardia Civil interviniente: “el Cortijo de Paulo no tenía luz. Sin embargo, observaba que de la chimenea salía humo, cosa que hice saber al Teniente, que se acercó y llamó a la puerta. No abrieron, por lo que Morales nos dijo que metiésemos fuego al cortijo. Fue entonces cuando Paulo se asomó y dijo que abriría, que allí no había nadie.
El Teniente solicitó una linterna y se la dimos; yo creo que fue un error que penetrase en la casa; si no llega a entrar no le hubiera pasado nada. Paulo le pidió permiso para ponerse los pantalones; iba en calzoncillos. En ese momento sonó un disparo: Paulo le había tirado al Teniente a bocajarro.”
En cambio, la versión de la prensa franquista indica que no fue Paulo Martín quien disparó al Teniente, sino el guerrillero Serafín Lorenzo de Cara. Los periódicos Ideal, Patria y El Faro añaden que el oficial, ya herido, pudo disparar a éste, dándole muerte; así, Ideal afirmaba:
«El Teniente de la Guardia Civil de Motril, Sr. Morales, muerto por un bandido. Él pudo dar muerte al agresor y resultaron muertos también otro bandolero y el cortijero que les amparaba». Estos últimos eran Pablo Martín y el guerrillero Francisco Frías López «Franco Vicente», quien habría resistido en el cortijo durante varias horas.
A 30 ó 40 metros del Cortijo de Paulo, en otra casa, había más guerrilleros, entre ellos estaba Fermín González Rodríguez, quienes cuando comenzaron los disparos salieron en ayuda de sus compañeros e hicieron algunas descargas. Finalmente huyeron por la Sierra de Lújar.
El Teniente Morales, mientras tanto, fue trasladado a Motril, donde le practicaron una cura de urgencia, para ser llevado luego al Hospital Militar de Granada, donde finalmente falleció.
El General Julián Lasierra Luis, Jefe de Zona de la Guardia Civil y con amplia trayectoria en la represión, pronunció: «Llévense a Motril dinamita y gasolina. No quiero detenidos. Orden de Madrid». De esas palabras se deriva la orden de una actuación extremadamente violenta y están en el origen de lo que ocurriría a continuación: Las detenciones del 31 de julio, tortura y posterior fusilamiento.
En el cortijo de Paulo fueron detenidas las personas que estaban dentro: su esposa Manuela Correa y su hijo, Pablo Martín; también detuvieron a dos muchachas, hermanas de Manuela Correa, y al guerrillero Antonio Fernández Ayllón, que se encontraba dentro del cortijo.
Según Fermín González Rodríguez, Antonio Fernández Ayllón había sobrevivido al tiroteo, lo sacaron de allí y lo fusilaron el día siguiente; el guerrillero que murió en el cortijo junto a Serafín Lorenzo, fue Francisco Frías.
Durante la mañana de ese día apresaron en Motril a Manuel Rubiño González y a su esposa, embarazada, Juana Correa. Manuel era miembro de la organización clandestina del PCE en Motril, que había sido guardia de asalto y jefe de Correos durante la República. La guerra le sorprendió en Málaga, y huyó a Almería al caer aquella ciudad en manos de Franco. Llegaría a comandante y, tras la contienda, estuvo tres años en prisión.
Manuel Rubiño González no habló pese a las torturas recibidas.
Alrededor de las 11 de la mañana detenían a Emilio García Sabio, a su padre, Antonio García Castillo, lo habían matado los franquistas poco después de la caída de Motril, y él, que luchó en el bando republicano, había formado parte del Consejo Obrero de Lújar.
Seguidamente fueron detenidas otras dos personas, un anciano y su hijo sin identificar que fueron vistos amarrados bajo una higuera. Posteriormente fueron apresados Juan Moreno y su hijo Manuel, así como Manuel Castillo Gómez, que intentaría huir en el momento en que fueron a buscarlo.
Los detenidos fueron trasladados al Fuerte de Carchuna donde los torturaron. Mientras tanto, sus familiares, que temían lo peor, se movilizaron procurando interceder por ellos.
La noche del 31 de julio al 1 de agosto, once de los detenidos fueron llevados al cruce de Lújar de la carretera de Motril a Gualchos donde fueron fusilados por unos Guardias Civiles con la participación de otras personas ajenas al cuerpo.
Los que cayeron en el cortijo de Paulo fueron paseados por Motril a lomos de caballería y enterrados en su cementerio, mientras que los once fusilados lo fueron en Gualchos, en una fosa común, sin lápida.
Mientras, sus familiares, seguían buscándolos, hasta que finalmente fueron enterándose de lo que había ocurrido. Consiguieron poner una lápida en 1977, y finalmente exhumados, identificados y entregados a los familiares en el año 2012 gracias a la intervención de la Asociación Granadina por la Recuperación de la Memoria Histórica.
Tras los acontecimientos de Los Tablones se incorporaron a la guerrilla tres motrileños: Manuel Pérez Rubiño «el hijo de Frasco Pérez», alias «Pablo»; Luis Gómez Martín «Ramírez», y Francisco Martín Rubiño «Gregorio», sobrino del maestro Manuel Rubiño González .
Bibliografía y fuentes documentales:
Azuaga Rico, José María. “No quiero detenidos”. La ejecución sin juicio previo de once personas en 1947 en las proximidades de Motril. Artículo publicado en “Todos (…) los nombres” .
https://www.todoslosnombres.org/sites/default/files/investigacion195_1.pdf
Azuaga Rico, José María (2015) Tiempo de lucha: Granada Málaga 1939-1952: Represión, resistencia y guerrilla. Ed. Alhulia.
López Ligero, J. y Azuaga Rico, J.M. (2019). El Fuerte del Horror. Torturas y ejecuciones extrajudiciales en Carchuna y Castell de Ferro en julio de 1947. BLOG – Foro de la Memoria, Diario el Independiente. 30 de noviembre de 2019.
José Martín Moreno, nieto de Pablo Martín Martín y Manuela Correa Rubiño, muertos ambos en este suceso. Con la mano señala el lugar donde intentó esconderse sin fortuna el hijo de ambos, Pablo Martín, de 16 años.